Estoy de vacaciones. En Valparaíso, antes de que lo que queda del puerto se queme o se cubra de caca de perros. Había prometido dejar este blog en paz por una semana, pero la columna de Ascanio Cavallo el domingo en La Tercera y la de Cristina Bitar en La Segunda de hoy sobre la ética de la generación de Música González me lo están haciendo difícil. Y ya está haciendo frío en los cerros. Sólo unas líneas.
1. No es cierto que esta generación se sienta parte "del baile de los que sobran", como dice Bitar. O no tendría con què. Como lo prueban los números, hoy es mucho más fácil para los jóvenes y sus familias acceder a la educación superior. ¿Cuanto? Aquí va: el '90, la matrícula total de universidades e institutos profesionales no llegaba a los 180 mil alumnos. El 2006, superaba los 600 mil. Eso es multiplicar por tres. La inmensa mayoría de ellos son los primeros miembros de su familia en ir a la Universidad. Otro dato: el DUOC tenía hace unos pocos años 5 mil alumnos. Hoy tiene 35 mil. Para parafrasear a Jorge González, como le gusta a Cristina, hoy si le pones esfuerzo y le pones dedicación, es mucho menos probable terminar bailando y pateando piedras.
2. Si los jóvenes de hoy están demandando calidad, es porque perciben que hay oportunidades y quieren tomarlas. Si esas oportunidades no existieran, no se tomarían la molestia de salir a la calle. Por eso esta ola de protestas es, a diferencia de los años '80, conservadora. Nadie quiere echar abajo los cimientos político económicos del Chile actual. Lo que quieren es, simplemente, que se cierre la brecha. Cuando el guanaco se retira y se acaba la fiesta, son Pokemones. O Emos, o qué se yo: cualquiera de esos paraísos privados en los que se refugian con su MP3.
3. Por eso esta generación es también no-violenta. La violencia en serio esta vez, o por primera vez, no es cool. Las tomas y las marchas en la Alameda no son más violentas que las marchs antiglobalización contra el G-8 en cualquier parte del mundo. Y a estas últimas -por más que le molesten a los primeros ministros- nadie las considera un desborde desmesurado de violencia sino un contratiempo. Música, que en los `80 habría sido ídola, hoy es una curiosidad freak.
4. Tal como quienes protestan contra la globalización, los Músicos González son extraordinariamente pobres de argumentos y les encantan las consignas. Sobre todo si riman. Una del otro día, gritada por alumnos de teatro de la U en Huérfanos: "y cómo es la huevá, y cómo es la huevá, la gordi estudió gratis y ahora hay que pagar". (esta no rima mucho).
5. Nadie escribe de los estudiantes de los liceos particulares subvencionados. Los que no estudian en Santiago Centro o Providencia, sino en La Florida, Quilicura, Maipú o Peñalolén. Agregados, son varias veces más que los miembros de los liceos "emblemáticos". Ellos son una mayoría silenciosa y heterodoxa (colegios Saint Someone y escuelas Matte; liceos con lucro y con monjas) que no protesta, pero reggeatonea. ¿Qué piensan?
It’s the racism, stupid
Hace 2 semanas
2 comentarios:
estoy muy de acuerdo con el post y me gusta mucho la interpretación.
yo he estado en algunas movilizaciones. este año, por ejemplo, me acuerdo muy bien de estar todos paralizados en una plaza cuando unos alumnos, de repente, comienzan a bailar vestidos de aymarás (o algo parecido), un baile muy producido.
también me acuerdo, en ese mismo lugar, que un encapuchado intentó echar abajo un poste y la masa lo sacó de ahí y todos le gritaron "hueón hueón".
en fin, lo que quiero decir es que es difícil hablar de LA generación. a la gente más adulta le encanta habglar de LA generación y ocupan páginas y páginas en los diarios haciéndolo, pero si se esforzaran un poco más podrían determinar distintos perfiles dentro del movimiento.
y algo que descubrirían es que hay muchísimos perfiles y que casi lo único que tienen en común es ganas de salir a la calle a mostrar su descontento. no sé si con el sistema, algunos sí y otros no, pero sí con la educación.
Mocosos intolerables de música intolerable.
Es cierto, la discusión es interesante y se juntan muchos elementos. Simplificando a rajatabla, para mi lo medular es la conjunción de los siguientes elementos, en desorden:
1. Apropiación e incorporación hasta el tuétano de la lógica de la economía de mercado, y lo que implica en términos de competencia e individualismo.
2. Asociado a lo anterior, el tsunami de expectativas mentirosas en cuanto a posibilidades y oportunidades que ha crecido en el alma de esos adolescentes.
3. El despertar a la intuición de que esas expectativas no se van a cumplir. Y no sólo eso, la comprensión de que la lógica de mercado les aclara que no habrá ninguna safety net ni estatal ni comunitaria para salvarlos.
4. la triste incapacidad de los estudiantes para articular una demanda y una propuesta coherente, en español, más allá de la consigna (con rima) y el piedrazo, no es sólo propio de ellos ni de su edad.
5. Más que una forma de violencia, como dice Ascanio, me parece que estos jóvenes heredan de sus padres ochenteros la incapacidad de comunicarse –basada en el miedo- y la falta de patrones para avanzar objetivos en base a la conversación civilizada.
En definitiva, como dice Oscar Luis Molina en su notable “Siempre mañana y nunca mañanamos”, nos faltan como 200 años de desarrollo de lenguaje para que abandonemos la oralidad y podamos decir que existe una masa crítica mínima de ciudadanos –de verdad- en el reino de Chile.
enjoy valpo.
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