La mayor novedad de la encuesta CEP no tiene tanto que ver ni con Piñera, ni con Lagos, ni con la Presidenta. Tiene que ver con esos millones de chilenos que no votan porque no están inscritos.
Hasta ahora, el lugar común era creer que no se inscribían para protestar. Que eran extraordinariamente críticos del sistema político, del que no participaban porque simplemente no creían en él. Que eran como los miembros de la Garra Blanca, o pokemones.
Pero la encuesta les preguntó a los inscritos y a los no inscritos, y presentó los datos desagregados. La comparación entre un grupo y el otro demuestra que los no-inscritos son, al menos para cada atributo presidencial evaluado por la encuesta, tanto o más generosos con los candidatos que quienes sí votan. Y que si bien hay algunos candidatos que marcan mejor dentro de ese grupo (particularmente Piñera, que no por nada es favorable a la inscripción automática) las diferencias no inclinarían dramáticamente la elección.
Cuando el total de los no inscritos ya es el 28% de los mayores de 18 años habilitados para votar, algo pasa con la legitimidad de la democracia chilena. Son casi 3 millones de electores, y que además se concentran en los menores de 30. ¿No se inscriben por algún motivo de fondo, como una forma de protestar? No parece. Si quisieran castigar al sistema, lo harían también con los candidatos en la encuesta. Pero en ella hasta los encuentran "más simpáticos" que quienes sí votan.
Visto desde la política real, probablemente nadie haga nada para agrandar la tortal En una elección que promete ser más líquida que cualquiera de las anteriores, para los candidatos agrandar la cancha es lo mismo que meter más entropía (sobre todo si los datos indican que, aún marginalmente, los no inscritos benefician a SP).
Con todo, el volumen de quienes no participan es un indicador de mala salud. de la democracia. Un dato: en la última elección presidencial, el 2005, los habilitados para votar eran 8.220.897. Al cierre de 2007, eran 8.035.669. Es decir, los nuevos inscritos no logran reemplazar siquiera a los muertos.
Se supone que la cercanía de la elección municipal debiera hacer subir esa cifra, pero el Servicio Electoral no es optimista. Esto es lo que publicó El Mercurio el 29 de junio:
De acuerdo con los datos del Servel, el número de fichajes sólo ha logrado reponer la cantidad de fallecidos, por lo que a la luz de las estimaciones que hace García, "en el mejor de los casos", en cuatro meses más deberían estar en condiciones de sufragar unos 8 millones 300 mil ciudadanos, es decir, sólo 100 mil más que en 2005."Pese a que tenemos nuestras oficinas abiertas de lunes a sábado, no ha existido mucho interés de las personas por inscribirse. Lamentablemente, esto confirma que el padrón está envejeciendo", dijo García.
Un padrón senil crea también otros problemas. Uno de ellos, o el más importante, es que condiciona la oferta. Si los menores de 35 años apenas votan, y los mayores de 55 lo hacen con disciplina prusiana, ¿a quién dirigirías tus principales mensajes si se te ocurriera ser candidato? Nada en contra de los adultos mayores, salvo por una cosa: Chile es y será más parecido a los menores de 35 que a los mayores de 65.
La baja participación de los jóvenes está lejos de ser un problema local. La diferencia es que en otras partes intentan hacer algo. Al menos con los jóvenes. Ahí está el ejemplo de Rock the Vote, la ONG que alienta la inscripción en EE.UU. con campañas masiva, endorsement de rockeros y conciertos gratuitos aa los que entras mostrando tu cédula de inscripción. La idea fue replicada en México, donde se llama "Tu Rock es tu Voto" (?). Llegó la hora de hacer algo, ¿o no?
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