Es una fortuna que la marcha del 25-j convocada por el Movilh y respaldada por la Fundación Iguales haya coincidido con la legalización del matrimonio homosexual en el Estado de Nueva York, porque nuestro debate se ve alimentado, y reflejado, por el que está teniendo lugar allá.
David Remnick, el editor de The New Yorker, publicó ayer en el blog de la revista un comentario sobre cómo evolucionó la posición respecto del matrimonio gay del presidente a lo largo de los últimos 15 años. Remnick recuerda que en su primera elección, para el Senado de Illinois, Obama se manifestó abiertamente a favor de él, pero que a medida que su carrera crecía y sus batallas electorales se volvían más relevantes fue moderando su discurso público hasta el punto de apoyar sólo las uniones civiles.
"Es claro que en 2008 Obama creía que este no era un issue para liderar, que el precio de situarse demasiado lejos de la mayoría sería políticamente ruinoso porque favorecería la elección de un republicano conservador que perjudicaría no sólo la propia agenda homosexual, sino muchas otras", escribió Remnick.
Luego recuerda la que según Remnick, que escribió una biografía de Obama, es la anécdota favorita del presidente sobre la vida política de Franklin Delano Roosevelt, FDR, y que citó en 2008 para justificar su posición.
A fines de los '30,Philip Randolph, uno de los pioneros de la lucha de los derechos civiles, presionaba a FDR para que usara el poder presidencial y su propia credibilidad para denunciar y combatir las injusticias raciales en EE.UU. Pero Roosevelt, que respaldaba la igualdad racial, le respondía que sólo actuaría cuando se viera forzado a hacerlo por un movimiento popular. "Oblígame a hacerlo", le dijo FDR a Randolph.
Me interesó la anécdota por varios motivos. El primero, porque reafirma la trascendencia de la marcha del 25. Quienes caminaron por la Alameda no eran sólo una minoría. Era un movimiento popular, que la trascendió.
Por eso tienen tanta razón el Movilh y la Fundación Iguales en quejarse de que el conteo "oficial" hablara de 12 mil personas, cuando es evidente que había muchísimas más, y en reclamar por la cobertura de algunos medios, y especialmente TVN, no solo por caricaturizar -"pornografiar", dijo alguien por ahí- la marcha, sino por constreñirla a la manifestación de una minoría sexual, cuando fue bastante más que eso.
La segunda razón por la que me gustó la anécdota es porque pone un marco realista para evaluar el comportamiento de los políticos. Los representantes populares no tienen una, sino muchas agendas, que suelen chocar entre sí. Impulsar una suele dañar, a veces, a otras. Y ante eso, lo que hacen es optar.
Eso es lo que explica el comportamiento oportunista de Obama respecto del matrimonio gay en la campaña presidencial. Puesto en la obligación de elegir, decidió que no estaba dispuesto a correr el riesgo de perder y dejar que los republicanos retuvieran el poder por ser totalmente sincero en un tópico que polarizaba a la sociedad estadounidense.
¿Qué debe hacer, entonces, el movimiento homosexual? La respuesta es obvia: reducir lo más velozmente que sea posible esa polarización. Y eso es lo que la marcha del sábado, tan magistralmente, logró.
Fue el resultado de un muy efectivo re-encuadre del debate que el Movilh viene impulsando al menos de la elección presidencial del 2009, y que la Fundación Iguales contribuyó con mucho éxito a fortalecer.
El re-encuadre consistió en evitar que el debate continuase enmarcado como un asunto de valores o creencias, que es la posición más cómoda para los conservadores, para llevarlo al plano de los derechos. Al exigir algo tan sencillo como un trato igualitario por parte del Estado, su causa se volvió muchísimo más relevante para todos los demás.
Rolando Jiménez lo dijo de una manera harto más elocuente que yo en junio de 2009, luego de una reunión con Eduardo Frei en el marco de la campaña presidencial:
"Lo importante del debate sobre las minorías sexuales, es que estas no son discusiones valóricas, como muchos quieren hacerlas creer. Son debates de derechos humanos, de igualdad jurídica y social, que deben ser garantizadas por un Estado laico al margen de las creencias y religiones que legítimamente pueden tener unos u otros".El que esta marcha recibiera el respaldo de dos senadoras DC que hasta hace poco se oponían al matrimonio homosexual y que tenían incluso reparos con las uniones civiles, como es el caso de Soledad Alvear y Ximena Rincón, y que muchos otros parlamentarios se aparecieran en la Alameda, es la evidencia de que el Movilh logró crear lo que FDR demandaba: un movimiento popular.
Para un país que hasta el año 1998 -hace apenas 13 años- discriminaba entre hijos "legítimos" e "ilegítimos", y que hasta el 2004 no contaba con una ley de divorcio, es un gran éxito.
La foto es de Kena Lorenzini.
http://lorenzinilorenzinikena.blogspot.com/2011/06/marcha-convocada-x-matrimonio.html